Cuidado personal - Cuidado íntimo
Cuida tu flora vaginal y tu flora cuidará de ti
Todas hemos oído hablar de la flora intestinal y de su importancia para nuestra salud y nuestro sistema inmunológico pero habitualmente no prestamos tanta atención a nuestra flora vaginal, hasta que se convierte en un problema.
La flora vaginal está compuesta por diferentes tipos de microorganismos, entre los que predominan los Lactobacillus, unas bacterias que producen ácido láctico e impiden que otros microorganismos proliferen más allá de lo deseable.
Pero el equilibrio de la flora vaginal es muy frágil y es fácil que se rompa cuando hay cambios hormonales, por ejemplo durante la menstruación, el embarazo y la menopausia. Pero también el ejercicio, el sexo, el estrés y determinados medicamentos y enfermedades pueden alterar este equilibrio.
Hay dos tipos de desequilibrio de la flora bacteriana vaginal que son los más comunes. Una es la vaginosis bacteriana, que se produce cuando se altera la proporción de los distintos tipos de bacterias que pueblan la vagina, y la otra es la candidiasis, producida por levaduras, que son un tipo de hongo, en este caso la Candida.
¿Cómo podemos reducir el riesgo de padecer estos desequilibrios?
Una serie de buenos hábitos nos pueden ayudar a mimar nuestra flora bacteriana vaginal: usar ropa interior de algodón y que las prendas en contacto con la vulva no sean excesivamente ajustadas, no usar suavizante para las braguitas. También se recomienda lavarse las manos a menudo, evitar el uso de esponjas o manoplas en la zona y cambiar las toallas regularmente.
Aun así, muchas de estas infecciones son causadas por una higiene excesiva e incorrecta de la zona: el pH de la vagina suele estar entre 3,8 y 4,5, por lo que es más ácido que el de la piel, que está en 5,5. Así, incluso los jabones y geles de ducha más respetuosos con la piel son menos ácidos que lo que la vagina necesita y pueden alterar el equilibrio entre los microorganismos de la flora vaginal.
Así, para la limpieza diaria y cuidado de toda la zona genital, e incluso alrededor del ano, se recomienda el uso de productos de higiene específicos que no alteren el pH de la zona y secarse después a conciencia.
Por otra parte, las duchas vaginales no son necesarias y pueden ser muy contraproducentes en este sentido.
Entre los síntomas de que algo va mal en nuestra zona íntima podemos notar picor, escozor, irritación, ardor al orinar... En el caso de la vaginosis bacteriana puede presentarse una secreción blanca o grisácea que desprende un olor característico (como si fuese de pescado), especialmente después del sexo. En el caso de la candidiasis puede haber un flujo viscoso y blanquecino que no huele mal.
Mientras dure la infección no se recomienda usar tampones ni espermicidas y es aconsejable abstenerse de mantener relaciones sexuales.
En ambos casos es muy importante tratar estas patologías, pues podrían facilitar el contagio de numerosas enfermedades de transmisión sexual y, en las mujeres embarazadas, podrían causar un parto prematuro.